Enamorada



Si, como dicen por ahí, el amor a los hombres les entra por los ojos, ahora entiendo por qué a las flores se les ha comparado con las mujeres.
Y es que, he de confesarlo, me siento como un superficial varón ante la apariencia física: estoy perdidamente enamorada de la belleza de las flores.
Nardos, Casablancas, Azucenas... Me he vuelto dependiente de su aroma. Disfruto muchísimo ver cómo van abriendo las puntas de las Estrellas de Belén conforme pasan los días, y me parece un crímen que las Margaritas se deshojen en aras de conseguir respuesta acerca de un amor incierto.
Siempre pensé que estas últimas eran exclusivamente blancas. Ahora sé que, como las Gerberas (que son las mismas, sólo que más grandes), se encuentran una gran variedad de colores. Las verdes me tienen fascinada.
Intentar saberse los nombres de todas ellas es un reto mayor, y más cuando nadie conoce la nomenclatura científica (esperar semejante cosa sería absurdo) y se denominan de distintas formas, dependiendo de la región o del país. He notado, por ejemplo, que a las Lilis les llaman según su color (a las rojas se les conoce como Acapulco), que las Astromelias son conocidas en otro lados como Lirios peruanos, y que a las Bocas de dragón o Dragonaria, en nuestro folclórico país se conocen como "Perritos".
Las que me quitan el sueño desde ayer que las vi al pasar en el mercado son la Flor de ajo y la de Alcachofa. Su precio me hizo pensármelo dos veces, pero creo que el fin de semana iré a buscar un par de ellas.
Lo único lamentable de mi nuevo vicio es que las uso y las desecho, tal como lo hacen los machos de los que habla Manzanero en su bolero Cómo duele, que "ven una flor y les da por arrancarla".
Por eso estoy considerando tener algunas en maceta (aunque la verdad es que jamás he logrado mantener con vida una planta). El sábado no me pude resistir y compré un Jacinto acuático, pues fue un flechazo a primera vista. Hasta ahora parece que voy bien y si llego a tener un "pulgar verde" como con el que nació mi marido, quién sabe, quizás hasta llegue a ayudar con el cuidado del jardín. Como sea, ahora tengo una aspiración más en la vida: llegar a ser florista, aunque sea de mi propia casa.

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