La loca de la ventana


Cuando era niña, recuerdo que mis primas hablaban de "la loca de la ventana". Nunca pregunté si en realidad estaba loca, pero me impresionaba mucho el sobrenombre que se había ganado la vecina de enfrente sin siquiera salir de su casa. Era una señora viejita que supongo que no salía nunca de su casa, no hablaba con nadie en todo el día, y que no tenía nada más que hacer que estar viendo hacia afuera cuidando que nadie se estacionara en su puerta. Traigo a colación esta anécdota pues hoy descubrí con horror que, desde que estoy todo el día en mi casa, me he transformado en La loca de la ventana. Exceptuando la edad, cubro todos los requisitos. Y es que, si no vivo pegada al vidrio para ver que nadie ponga su auto frente a la puerta de mi cochera, es muy probable que me bloqueen la salida todo el día. Ya cuando estuve de incapacidad tuve una experiencia muy desagradable con una tipa que se creía con el derecho de usar el lugar frente a mi estacionamiento simplemente por trabajar en la oficina de abajo, y que se molestaba mucho cuando le pedía que moviera su coche (si es que la encontraba, claro). Total que, aunque esté ocupada haciendo labores domésticas, traduciendo o escribiendo, tengo la manía de asomarme a la ventana cada 10-15 minutos. He de decir que mi obsesión ha tenido un resultado positivo. Aunque no he logrado que los vecinos dejen de aparcar sus automóviles frente a mi cochera, lo que sí he aprendido es de quién es cada auto. Así ya no tengo más que ir a tocar un timbre para que me dejen libre la salida. Pareciera una tontería, pero un asunto de este tipo mal llevado puede ocasionar serios problemas de convivencia. Salir temprano de casa, trabajar todo el día en la oficina, y regresar por la tarde/noche hace que seamos neófitos en esta cuestión de la relación con los vecinos. Es TODO un tema. Pero como cualquier otra asunto de relación interpersonal, para evitar problemas todo es cuestión de ser civilizados.

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Ahora sí, estoy a dieta


Ayer empecé a ir con una nutrióloga. Ya una vez lo hice así, y se puede decir que "aprendí a comer", pero por más que yo sepa qué está permitido y qué no, yo sola no me porto bien. No sé si será la pena de que me pese alguien más y no haber bajado. Quizás también es el "dolor de bolsillo" por pagar y no ver resultados, pero la verdad es que sólo así me funciona.
Y no estoy lamentándome por haberme comprometido a empezar un régimen alimenticio, la verdad es que estoy emocionada. Creo que el haber ido a la primera consulta es ya un GRAN primer paso, porque la verdad es que no es fácil decidirse. Además el plan que me mandó me parece amable, me permite comer más de un par de carbohidratos al día y nueces y semillas varias como colación (además de las zanahorias, que son un poco aburridas). Eso me pareció de lo más interesante, porque es una dieta que nunca he probado pero además es personalizada, pues antes me realizaron una calorimetría. Es una prueba un poco incómoda porque te ponen una pinza en la nariz (no duele, pero sí es un poco angustiante), para respirar por la boca en un tubo de plástico. Así miden el metabolismo de una persona, y determinan cuántas calorías necesita en su dieta para bajar de peso. También con ese procedimiento pueden saber qué cantidad de carbohidratos, grasas y proteínas requiere una persona en su dieta diara.
En fin, ya les contaré cómo me va con mi dieta, la meta son 6 kilos, si se pudieran 7 sería fabuloso... pero ya me dijo la dra. que el último sería dificilísimo... ya veremos.Por lo pronto, lo primero que tengo prohibidísimo es comerme las sobras de mi hijo. Parece increíble, pero eso podría ser un factor altamente responsable de mis kilitos de más. Bueno, claro, eso y la falta de ejercicio constante, pero también ya estoy trabajando en eso. Aunque sea repartidos durante el día, haré de 30 a 40 minutos de actividad física. Sigo reportando...

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Ayer no me bañé


No fue porque no quisiera, sino porque se descompuso mi calentador. Y sin agua caliente, simplemente no puedo. Es algo mayor a mis fuerzas. Bueno, lo haría si no me quedara opción, pero ayer no tenía que ir a ningún lado, así que no expuse a nadie a mi sacrilegio.
Cuando vivía sola, varias veces me olvidé de pagar el gas, y antes de ir a la oficina tuve que tomar regaderazos gélidos. De esos que uno tirita hasta 10 minutos después de cerrarle a la llave. Creo que es desde ahí que empezó mi fobia a las duchas con agua helada. Porque no es simplemente que no esté caliente. No. Si no pasa por el "boiler", el agua sale como si fuera de hielo derretido y es una tortura digna de la Inquisición.
El simple hecho de pensarlo hace que me den ganas de llorar. Pero esta vez, gracias a que no tenía que salir de casa, me salvé. Todo empezó el lunes, cuando me metí a bañar. El agua no salió precisamente fría, pero tampoco caliente. A mi marido le tocó ya francamente glacial. (Qué bueno que siempre me baño antes que él, jeje). Como no podía ser falta de gas, pues nuestro calentador es eléctrico, revisamos el mismo y nos dimos cuenta que la clavija se había quemado. Llamamos al conserje, el cual vino a las ONCE DE LA NOCHE y dijo que necesitaba una pieza para repararlo, por lo cual tendría que regresar al día siguiente. Pero como por supuesto nunca tuvo la intención de venir a las 7 de la mañana, mi esposo se tuvo que bañar "a jicarazos" y yo de plano me abstuve, con la esperanza de que podría usar la regadera en cuanto arreglaran el aparato. Sin embargo, el confiable pero trasnochado conserje regresó veinticuatro horas después de su primera visita. Y fue por eso que ayer tuve que prescindir de mi chapuzón diario. Mi hijo no sufrió el desperfecto en absoluto. Como su tinita se llena con poca agua, fue fácil calentarla en la estufa.
Bueno, pues ahí está, la confesión. Creí que me costaría más trabajo, pero al menos ya dejé claro que no fue por elección... A cualquiera le puede pasar, ¿no?

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LUNES


Tengo clarísimo que a nadie le simpatiza el lunes. Yo lo desprecio con toda mi alma. Nos quita la ilusión de ser libres que nos da el fin de semana. Nos recuerda que tenemos responsabilidades ineludibles. Hace que regresemos al estrés de la vida cotidiana. Lo curioso es que sé que hay a quien le molesta más el martes que el lunes. Argumentan que el lunes por lo menos tiene fresco el recuerdo de la diversión, del descanso, pero que ya en el segundo día de la semana, ese aroma de libre albedrío está muy lejos hacia atrás y hacia adelante. Yo creo que el martes por lo menos ya llevamos un pequeño tramo recorrido de la tortura que representa la semana laboral. Este tema es un típico caso de "vaso medio lleno o vaso medio vacío". Supongo que entonces los que prefieren el martes son personas que tienden al pesimismo. En cuanto al miércoles, no hay discusión, es el grato recordatorio de que ya vamos a la mitad. El jueves es el nuevo viernes, y de este, ya lo dijo Lucerito, amerita agradecerle a Dios que haya llegado. El sábado es por unanimidad el día preferido de cualquiera, y el domingo, aunque en esencia podría ser un día igual de disfrutable que el sábado, está opacado por la sombra de el implacable lunes. En fin, para casi todo el mundo, el lunes representa el inicio de la semana. Pero resulta que en portugués el lunes se llama "Segunda"... Los días en portugués van como sigue: Segunda, terça, quarta, quinta, sexta, sábado e domingo... ¿Se dan cuenta? ¡No hay "Primera"! ¡Me parece muy inteligente, si no se menciona el inicio de la semana, es casi como si no existiera. O como si se iniciara en domingo, entonces en lugar de estar desperdiciando el último día de descanso en lamentarse que hay que volver a empezar. Crear una ilusión lingüistica de que ya se hubiera iniciado la semana, con el plus de que todavía no hay que ir a trabajar. Creo que de hecho esa es la idea también en la semana litúrgica de la tradición cristiana, lo malo es que se nos olvida. Por eso la palabrita ayuda... De ahora en adelante, para hacerlo más agradable, llamemos Segunda al lunes.


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Mi otro hijo.



Nunca les he contado, pero tengo otro hijo. De hecho fue el primero. Con él me entrené en la responsabilidad de cuidar a un ser vivo. Por él lloré tres días seguidos una vez que se perdió. Con él corrí al doctor (veterinario) cuando se enfermaba. Por él, mi departamento de soltera se convirtió en un hogar al que tenía que regresar, pues había un ser vivo que esperaba mi llegada (y claro, que le diera de comer). Se llama Mio, y gracias a él conozco la fascinante vida gatuna. Pero un día (y para su mala suerte) tuve un bebé, y de ser el consentido, pasó a ser el juguete de mi niño. Al final, me parece que no le disgusta nada que alguien le haya puesto atención otra vez desde que lo desplazaron de su trono de "rey de la casa".
Una mascota es un elemento importante en la vida de una persona. Como bien dicen aquí, no sólo es un animal de compañía; también es un amuleto de buena suerte. Esto se puede ver de muchas maneras, pero me parece que básicamente se refiere a lo sano que puede ser el desarrollo emocional que uno logra al llevar una relación con un animal doméstico. Inclusive existen terapias curativas que están basadas en el efecto positivo de ese tipo de vínculo afectivo. He de confesar que antes de Mio tuve mascotas con las que nunca logré tal rapport. Quizás sea un asunto de "química", como la que se da entre humanos. También dicen que los gatos escogen a su dueño. A lo mejor eso pasó, que para los animales anteriores no estaba yo en su destino como dueña. Sea por la razón que fuere, este gato sí que me hizo entender el idilio que tantas personas tienen con sus mascotas. Y ahora, como un miembro más de la familia que ya somos, también trae consigo problemas que hay que resolver, como que un gato callejero anda invadiendo sus territorios. Un round más que ganar en el mundo de batallas domésticas que libro día a día. Pero, si no estuviera la vida llena de estos "problemas", qué fácil y aburrido sería todo, ¿no?

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Un día de 27 horas.


El tiempo no me rinde. Hay demasiadas cosas que hacer. Y pareciera que todo es igual de importante que lo demás. Siento que no me alcanza la vida más que para lo básico (y eso, si me apuro). Hacer esas cosas que uno tiene ganas de, pero que nunca puede, (como archivar papeles, ordenar cajones, imprimir fotos, etc.) es casi una utopía. Además, vivo eternamente con sueño. Pero esto no es nuevo. Cuando trabajaba en una oficina me sentía igual. Así que supongo que esta sensación no tiene que ver con el tipo de trabajo que se hace. Tomar vacaciones implica apurarse a resolver infinidad de asuntos, y regresar representa enfrentar miles de pendientes y complicaciones que se dieron a raíz de nuestra ausencia. ¿Quién no ha soñado en tener "vacaciones de las vacaciones"? Supongo que mucha gente, independientemente de las actividades que tenga que cumplir de sol a sol, comparte mi frustración. Por eso, propongo que la jornada se alargue a, por lo menos, 27 horas. De ese tiempo extra, yo emplearía dos terceras partes para dormir. La restante la usaría para avanzar poco a poco en las actividades "extracurriculares" que mencioné antes. Aunque tres horas suenan a muy poco. ¿Servirían de algo? Quizás de todas maneras me seguiría lamentando de que no hago todo lo que me gustaría; tampoco estaría suficientemente descansada... Entonces olvídenlo, dejemos todo como está. Pero eso sí: si ven una oportunidad de hacer algo fuera del programa rutinario, háganlo, ¡que es ahora o nunca! Ya lo dice bien el viejo y conocido refrán (por cierto,me encantan los dichos): "No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy". ¡Bendita sabiduría popular!

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¿A dónde van los calcetines?


Tengo una bolsa de calcetas "nones", las cuales guardo ahí con la esperanza de que llegue el día en que encuentre sus semejantes. Algunos logro reunirlos, otros se quedan impares para siempre. El problema es que rara vez guardo la ropa limpia sin que aparezca otro calcetín que perdió a su compañero. Y sé bien que mi casa no es el único lugar en donde esto pasa. Desde que era niña detecté el fenómeno; sucedía entonces que yo no organizaba el hogar y continúa ahora que llevo el orden de mi propio nidito. Tengo claro que el problema no es de mi familia, y que no es ningún tipo de mala organización por herencia genética, pues he comentado esta anormalidad con muchas personas. Como prueba fehaciente de que sucede en todos lados, tengo un muñeco que una conocida le regaló a mi hijo: el mono está hecho de puras medias que perdieron a su igual. La pregunta entonces es la que da título a este post. No pueden desaparecer en el aire, en algún paraje deben encontrarse. Jerry Seinfeld alguna vez dijo que los calcetines huyen porque odian su vida: "Su destino es cubir pies apestosos y estar en el cajón más aburrido de todos". El comediante planteaba que su paso por secadora era el momento que ellos aprovechan para escapar. Se quedan pegados en el cilindro de dicho electrodoméstico (es cierto, yo los he visto) y entonces, cuando creemos que ya tenemos toda nuestra ropa limpia, huyen. Ok, ya sabemos cómo pasa y no podríamos culparlos ante la perspectiva de semejante vida. Pero aún aceptando esa teoría, sigue la incógnita sin responder. ¿En dónde se meten? Como nadie ha logrado encontrar el escondite aún, yo les recomiendo fijarse bien cuando saquen la ropa de la lavadora o de la secadora. Así les damos menos oportunidades de escabullirse... Tener uno de estos secadores de calcetines también ayudaría. ¿No está genial?

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Manifiesto contra los zapatos de tacón


Ayer tuve otra reunión de trabajo, y otra vez se me hizo tarde. Vaya, se me está volviendo costumbre, con lo que me molesta la impuntualidad. Sin embargo esta vez no fue un desperfecto mecánico, ni siquiera fue el tráfico el que hizo que me retrasara. Llegué a tiempo al lugar al que iba, el cual desgraciadamente no era el mismo en el que me esperaban. ¿Cómo es eso? Pues que no se me ocurrió preguntar en dónde estaban las oficinas, di por sentado que lo sabía, lo "corroboré" en internet, y al llegar... otra empresa ocupaba el inmueble. Total que llamé, me dieron la nueva dirección y 20 minutos después el taxista me estaba dejando en la esquina del lugar correcto. Lo malo fue que ese edificio no estaba numerado, y yo iba ya tan preocupada que corrí calle abajo y luego calle arriba hasta dar con el sitio indicado. Saliendo de mi cita me di cuenta que me lastimaba un dedo del pie. Claro, una pequeña ampolla fue el resultado de tanto vaivén en esos zapatos de plataforma. Y eso que los compré sintiendo que eran los tacones más cómodos que me hubiera puesto en mi vida. Alguna vez escuché una teoría que decía que los zapatos de tacón alto los habían inventado los hombres para hacer menos hábiles a las mujeres. A mí me suena muy lógico. ¿Por qué alguien usaría alto tan incómodo? Supuestamente nos vuelven más gráciles, estilizan la figura... pero yo rara vez he visto a una mujer que sepa caminar bien sobre ellos. En mis años mozos (que no fue hace mucho, digamos, unos 5 años) y por los eventos a los que debía asistir por mi trabajo, me di a la tarea de dominarlos. Sobra decir que nunca lo logré. Recuerdo un día llegar a mi departamento casi llorando del dolor de pies. En el pasillo me descalcé y apenás crucé el umbral de la puerta, aventé lejos esos divinos tacones de aguja con el frente moteado, los cuales POR SUPUESTO nunca he vuelto a usar. Otra vez estando embarazada casi me caigo en una escalera por querer presumir de seguir siendo muy arregladita a pesar de mi estado. Entonces, no uso este tipo de calzado por tres sencillas razones. Porque con ellos me siento vulnerable a una caída, porque lastiman y porque con ellos no puedo correr. Creo que la única ocasión en donde se justifican son aquellas en las que no se va a caminar más que unos cuantos pasos, o sea, para ir a cenar o para ir a una reunión en la cual hay donde sentarse. Sin embargo, hay veces que me siento un poco obligada a usarlos, como ayer. Es como si presentarse en flats atentara contra el protocolo. No entiendo por qué la sociedad es tan injusta con los zapatos de piso, si son tan lindos...

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También en el trabajo se puede ser "verde"




Siguiendo con el tema ecológico, la oficina juega un papel importante en todo esto, pues muchas veces pasamos más tiempo ahí que en la casa. Se pueden hacer cosas tan fáciles y personales como llevar un termo para el agua o una taza para el café, en lugar de estar comprando botellitas o desperdiciando vasos de unicel. Sin embargo, lo que me parece más importante en cuanto a la consciencia ecológica en una oficina, es el uso del papel. En los lugares de trabajo se mandan imprimir miles de documentos de manera inútil, a veces ni siquiera las recogen de la impresora. Eso y que no hay cultura del reciclaje de las hojas. Yo que trabajo con muchas fotocopias, al terminar de usarlas procuro cortar las hojas y reutilizarlas para escribir recados, para que mi hijo dibuje, o bien, las voy juntando y las llevo a un centro de reciclaje .
Otra malísima costumbre que he observado es la de dejar la computadora prendida, no sólo por la noche, ¡a veces todo el fin de semana! Pero si no cuesta nada apretar un botoncito para apagarla... Y por último, el uso del auto es un tema que tiene mucho que ver con la rutina laboral. No es difícil encontrar un aventón, y al contrario, prescindir del auto una vez a la semana puede hacer una diferencia. Además, ¡no manejar un día siempre se agradece, al igual que la compañía! Estas son las medidas que se me ocurren a mí para cuidar el planeta también fuera de casa, ¿tú qué haces en tu empresa?

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Por la casa se empieza




El viernes se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente. En el espíritu de promover las pequeñas acciones que uno puede realizar en casa para lograr hacer una diferencia, enlisto a continuación algunas medidas muy sencillas. Yo las hago y me parece que es cuestión sólo de disciplina y costumbre.

1. Separar la basura. Nunca lo he llevado al extremo de clasificar vidrio, papel, cartón, etc... Pero dividir la orgánica de la inorgánica no solamente es sencillo, ¡también evita que los botes de basura huelan mal! Y tristemente, no conozco más de un par de hogares aparte del mío en donde lo hagan. El pretexto de "en el camión de todos modos la revuelven" no vale.
2. Preferir los productos biodegradables. Detergentes para ropa y trastes, productos para la limpieza de la casa, bolsas para basura, pero sobretodos, ¡pañales! Un bebé usa por lo menos 3 mil pañales hasta que aprende a ir al baño, y esta cantidad de residuos tarda ¡500 años en desintegrarse! Los biodegradables tardan solamente entre 5 y 10 años en desaparecer. También hay que separarlos del resto de la basura.
3. Cuidar el agua. Cerrar la llave cuando no se trate de enjuagar algo y reutilizar la que se pueda para los retretes. Idealmente también hay que cambiar los w.c. de la casa para que no todas las descargas sean de 6 litros. Eso representa un desperdicio de agua injustificado.
4. Mata a los vampiros. Esto es, a los vampiros de energía. Desconecta todos los aparatos que usen el stand by aunque estén apagados (o sea, los que mantienen un foquito rojo prendido cuando no se están utilizando), y conéctalos sólo cuando los vayas a usar. El modo de stand by consume mucha luz y no sólo afecta al medio ambiente, ¡también a tu economía!
5. En lo posible, ventila tu hogar naturalmente, evita el uso de aire acondicionado y ventiladores. Esto aplica también a las secadoras de ropa. ¡Además, el sol blanquea la ropa!

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¿Cuál es el lugar más limpio de tu casa?


Con todo esto de la nueva obsesión por la limpieza, el otro día escuché que en el radio hacían la pregunta que da título a este post. A pesar de lo que uno pudiera pensar, los expertos aseguraron que el objeto más estéril del hogar es el retrete, pues suele ser el único elemento doméstico que se somete a desinfección regularmente. También dijeron que uno de los reservorios más grandes de bacterias son las tablas para picar alimentos. Hablaban de la necesidad de esterilizar TODO de manera regular: utensilios, pisos, muebles, etc. Y aunque en ese momento me pareció información relevante, poco después me di cuenta que es una exageración. Llegué a esa conclusión al hacer consciente que hemos practicado las mismas costumbres de aseo por generaciones, y que si bien es importante usar ciertos productos especializados y hacer limpieza de manera regular, lo que ahora se propone es síntoma de que hemos llegado a un punto paranóico de la pulcritud. Pero además, ¿a qué hora se supone que se lleve acabo esto, si apenas da tiempo de todo lo que ya se hace? De acuerdo, hay que mantener un ambiente saludable, pero ya no somos las amas de casa de antes a las cuales se les juzgaba por lo prístino que lucía su hogar. Ya no existen suegras que llegan pasando el dedo sobre los muebles en búsqueda de polvo. Tenemos muchas otras cosas que hacer que no tienen que ver con el quehacer doméstico. Así que nada de exageraciones, ¡y a disfrutar del tiempo que te quede libre, que la vida es corta!

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Los trastes sucios son como gremlins mojados




¡Se reproducen de manera incontrolable! Y si dejas que se queden ahí más de una noche, se vuelven monstruos de los cuales es difícil deshacerse. Lo peor es cuando empiezan a salirse de la tarja. Díganme si esto no es una imagen digna de una película de terror. Entrar a la cocina y ver semejante panorama es casi casi como encontrarse con este sujeto en el fregadero. Hay una solución, pero de una vez les digo que no les va a gustar. Cansada de encontrarme con un montón de platos cochambrosos cada que volteaba a ver el lavadero, luché meses en contra de ellos, y descubrí que la única manera de evitarlo es lavarlos conforme se enmugran. Al terminar de usar un vaso, mientras se van desocupando los utensilios con los que se cocina, terminando de comer, ANTES de manchar algo más... en resumen, lavarlos TODO el tiempo. Ante tal perspectiva, dan ganas de usar desechables toda la vida (sólo como fantasía, porque no son elegantes, ecológicos, ni baratos). O de hacer lo que la compañera del poster. Comparto esto porque ha sido mi peor batalla en el terreno doméstico. En una ocasión una amiga me repitió un consejo que le dio su hermana: "Si no los vas a lavar inmediatamente, échales agua". Yo no estaría tan segura, ¿qué tal que pasa lo que con los gremlins?

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Vivir bonito

Soy gran admiradora del diseño en todas sus manifestaciones, pues éste hace nuestras vidas más agradables y cómodas. En TODO existe el diseño. Malo, bueno, bonito o feo, todo objeto tuvo una planeación para elaborarlo. Si bien las mujeres generalmente somos seguidoras de la moda, desde que tuve un espacio propio, lo que más me interesa son los muebles y los accesorios para la casa. Y es que no hay nada más vivible que eso. Un elemento tan cotidiano y sencillo como una taza de café puede reinventarse de varias maneras.


Esteticismos aparte, un tema clave en esta época es el diseño sustentable. Es fundamental considerar la sustentabilidad de una pieza al adquirirla, pues con esto apoyamos la producción de eco diseño, la cual es la única opción para el futuro del planeta. Lo anterior aplica no sólo en los muebles y los materiales de los que están hechos las piezas y que éstos sean reciclables; en los electrodomésticos es primordial considerar el ahorro de energía. Esto además de ayudar al planeta, también contribuye con la economía familiar. Muchas veces este tipo de elecciones pueden parecer muy lejanas a nuestras vidas, pero es más sencillo de lo que suena. Todo es cuestión de buscar opciones y leer etiquetas. Eso es lo que más va a ayudar a que podamos seguir viviendo bonito, sin tanta basura y cuidando recursos naturales. ¿Tú ya lo haces?

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