El eterno mañana




Los refranes me divierten mucho pero, así como reconozco su ingenio y sabiduría, hay algunos que me resultan pedantes. Vaya, hablo de esos que suenan como a regaño de abuelita, a ese resabido "te lo dije".
"No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy" sería entonces el que marca el patrón de los dichos que resuenan en mi cabeza toda la vida, pero que pocas veces pongo en práctica.
Cuando se me descompone definitivamente el elevador de la ventanilla del coche para no poderla subir más en plena época de lluvias, es que recuerdo por cuántos meses dije que iba "mañana" a arreglarlo. O cuando pude haber hecho un pago por internet antes de la fecha límite, pero no, porque hay que pagarlo el último día (aunque ya supiera que no iba a tener ni más ni menos dinero al llegar la fecha límite), y el portal del banco se crashea, y tengo que dejar de hacer lo que estoy haciendo para tomar el coche, entrar en un estacionamiento, hacer una cola tremenda, perder un par de horas de mi día... Y así, muchas veces me he dado de topes por no haber aprovechado que un día antes tuve tiempo de hacer algo que después se me complicó terriblemente.
Y sin embargo, me sigue pasando y seguramente así continuaré. Creo que, si mi vida se va a regir por un refrán, me quedo con "No por mucho madrugar amanece más temprano". Como que es menos ñoño, ¿no?

Read Comments

No hay comentarios: