El tiempo artificial



A mediados de septiembre me espanté cuando, al descender de las escaleras eléctricas de una tienda departamental, de pronto me vi rodeada de árboles artificiales y adornos navideños. Taché de absurdo el fenómeno y seguí mi camino.
Aún cuando he pasado apuro para conseguir series de luces a mediados de diciembre, todavía no caigo en el juego de correr a adquirirlas tres meses antes de la celebración. Lo que sí tengo que admitir es que hace unos días (para ponernos en contexto, a PRINCIPIOS de octubre), compré un pan de muerto. Me estuve resistiendo un par de semanas pues, desde un mes antes, el delicioso bizcocho me había estado coqueteando desde los estantes de la panadería. A diferencia de la rosca de reyes comercial, el pan de muerto me encanta, así que terminé rindiéndome a la tentación.
Por radical que parezca, me sentí culpable, y no por el hecho de ingerir algo altamente calórico. Traicioné uno de mis ideales: el de no dejar que la mercadotecnia me diga cuándo celebrar una fiesta, o mejor dicho, el de no apurar la vida para caer en una concepción artificial del tiempo. Habiendo trabajado en revistas, ya muchos años viví dos meses adelante del resto de la gente; por lo mismo, entiendo perfectamente las razones estratégicas de las marcas: un press kit de San Valentín que llega a la redacción apenas regresando de las vacaciones de diciembre, ya no sirve para nada.
Sin embargo, no me gusta pensar en la vida como un plan de ventas. Ya bastante angustiante es sentir que no me alcanza el tiempo,ver que los días y las semanas vuelan, y darme cuenta que mi hijo, el cual apenas hace unos meses era un bebé, ya es un niño. Me rehuso a asumir que ya se acabó el año cuando todavía le falta poco menos de una cuarta parte. Quiero ser capaz de disfrutar cada momento y de tener conciencia de en qué época del año estamos. Y para que vean que va en serio, prometo no volver a probar un pan de muerto hasta principios de noviembre.

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2 comentarios:

Sofía dijo...

Cuando llegan los meses BRE, se acaba el año y nos dejamos devorar por las fiestas y su mercadotecnia...

NORA dijo...

Pues me pasó lo mismo. Pero no compré el pan. Como había degustación, lo probé, me gustó y pensé: Compraré uno cuando llegue la fecha. Pero qué tendría de malo comer pan de muerto si nos gusta, todo el mes de Octubre? jejeje. Crees que se pierde el gusto, o la ilusión? MMM Pues recordando al Eclesiastés: Todo tiene su momento en esta vida, todo tiene su tiempo. Y son palabras sabias eh?

Mi palabra verificadora: comer jajajaja Será el chamuco???