Trezidavomartiofobia


Así se le llama el miedo al martes 13. Es tan extendido el resquemor ante dicha coincidencia calendárica, que ya fue bautizado. De estos temidos días, sólo se dan de 1 a 3 en un año. Si ya hubo otros en el 2009, ni me percaté. Debo decir que nunca he asociado el número 13 con la mala suerte, y que inclusive soy su defensora. Nací en un día 13, del año 76, cuyos dígitos suman la misma cifra. Sin embargo, que se presentara el presagio de mala suerte precisamente el mes de octubre me pareció por demás tenebroso.
Mucha gente dirá que fue predisposición, pero desde antes de despertar, las cosas ya estaban mal. La luz se había ido en la madrugada. Estar sin energía eléctrica en un departamento de estufa y calentador de agua eléctrico, con el refrigerador lleno de perecederos comprados apenas la noche anterior, y con un niño de casi dos años que requiere leche, sopa y baño calentitos, es una verdadera catástrofe. Por si esto se sintiera exagerado, sólo quiero aclarar que cuando nos quedamos sin electricidad en el departamento, no regresa en varios días.
No quisiera quejarme por varios párrafos, así que resumiré. Mis planes de un día plácido sin salir de la colonia fueron cambiados por un coraje al encontrar una camioneta tapando la salida de mi garage, varias vueltas a la ciudad para poder cumplir con una cita que ya había sido postpuesta demasiadas veces y el por demás lamentable extravío de un billete de 200 pesos (en esta época de crisis, caray).
Son eventos que probablemente me han sucedido muchas veces, puede ser que inclusive haya sufrido todos juntos en un mismo día, en un jueves 16 ó viernes 29 quizás. Seguramente estoy acusando al martes 13 de forma inmerecida. A mi favor sólo puedo decir que, o hasta los más escépticos de vez en cuando caemos presos de las supersticiones populares, o algo hay de cierto en estas creencias. Como sea, ya es miércoles 14 y los daños no pasaron a mayores. Todo fuera como eso.

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