Enfermedad congénita degenerativa




Sufro de una espantosa condición y me temo que es irreversible. Estoy desarrollando ese mal exclusivamente femenino que padecen algunas desde muy jóvenes, aunque también puede presentarse en la edad adulta. Nunca antes había presentado síntomas: me ha venido a partir de esta metamorfosis en la cual llevo ya casi año y medio. He pasado a ser parte del clan de mujeres que no pueden dejar de limpiar. Y no hablo de lavar trastes, ni de trapear (Dios me libre de que algún día me pase eso), sino que no puedo parar de intentar poner orden.
Si estoy en mi casa, parece que me prendieron un radar para detectar objetos que están fuera de su lugar. Recojo trastes, mamilas, juguetes, clasifico papeles. Acomodo las cosas de un cajón o reorganizo la alacena. Regreso todo "a donde va", porque de otra manera cuando se necesite no lo encontraré (y si yo no lo ubico, nadie más en esta casa será capaz de hacerlo). Además porque si no lo hiciera así, (léase con voz de mamá sufrida) ¡esta casa sería un chiquero!, en donde nadie encontraría donde posar su vaso o plantar su pie para dar paso. Hasta aquí sonaría una obsesión que si no lo ven con ojos de psicoanalista, puede ser bastante razonable: al ser mi hogar también mi lugar de trabajo, necesito extremar precauciones. Porque si en los escasos (¿qué serían, 5?) metros cuadrados de los que disponía en la oficina donde solía trabajar nunca encontraba nada, imagínense en la inmensidad de mi casa. Lo terrible es que he llevado esta conducta al extremo de una molesta enfermedad: me he descubierto poniendo orden en lugares como restaurantes, hoteles o casas ajenas. ¿Ya saben? Ya soy como esas señoras que atosigan, que no dejan a nadie estar en paz en una reunión porque están levantando los trastes antes de que uno acabe de comer. Que alguien me detenga. Lo digo en serio. No quiero llegar a ser como esas tías o mamás que tienden la cama en el hotel. De alguna manera ya formo parte ese grupo al levantar las migajas que tira mi niño por donde va pasando. ¿Qué sigue? ¿Una aspiradora cuca que combine con mi outfit para cargarla a donde vaya? Y luego una acaba prefiriendo electrodomésticos por sobre bolsos o zapatos, qué horror.

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