Como relojito.



A unos cuantos meses de haberse convertido en madre y ama de casa, una amiga que fuera directora de arte de dos de las más prestigiadas revistas femeninas en México, me dijo que un cierre editorial se podía considerar una tarea simple comparada con el acto de llenar una pañalera. Por supuesto que no le creí y pensé que era una exagerada, pero le dí por su lado para que no se sintiera incomprendida (ya bastante mal la estaba pasando la pobre con el proceso de adaptación). Bueno, pues ahora no sólo le creo, sino que he comprobado en cuerpo y alma su teoría. No es porque nunca haya logrado salir sin olvidar echar algo a la pañalera, es sobretodo porque no logro desentrañar el orden que debe llevar una jefa de hogar. Ya sé, ya sé. Me lo han dicho infinidad de veces. Para que todo esto sea más fácil lo único que tengo que hacer es organizarme. Lo que sí necesito es que alguien me diga cómo se hace eso, pues llevo más de año y medio intentándolo y todavía no he descifrado el sistema. Yo solía llevarle el pulso a un equipo laboral, mes con mes triunfaba en la faena que representa que todos los colaboradores externos entreguen su trabajo puntualmente, veía porque se cumplieran a rajatabla con los calendarios, era rarísima la vez que mi equipo y yo dejábamos la oficina después de la hora de salida, nunca me pasé ni un peso del presupuesto establecido y no es por alardear, pero en más de una ocasión ganamos premios en nuestro ramo... En resumen, el proyecto profesional que tenía a mi cargo marchaba "como relojito". Sólo que eso era pan comido comparado a lo que tengo que calcular ahora: precios fluctuantes de los alimentos, altas sumas injustificadas en los recibos de los servicios, ausencias imprevistas del personal doméstico, incumplimentos por parte de cualquier prestador de servicios, solicitudes repentinas para las actividades de la escuela del niño, no poder mandar al querubín a clases por algún síntoma sospechoso, encargos laborales de hoy-para-mañana, y demás eventualidades que en verdad encuentro dificilísimo (como decía Silvia Pinal en la película El inocente) controlar.
Me he acercado a las expertas, he consultado bibliografía, en resumen, he realizado investigación en general. Les voy a ahorrar berrinches y les voy confiar lo que he descubierto: Nadie parece tener un plan que comprenda más de 24 horas, y el mismo se tiene que hacer a las 6,30 (a más tardar 7) a.m. del mismo día. Ponerse metas a cumplir en rangos de 15 a 20 minutos también me funciona, pero estén advertidas: ni siquiera así hay la garantía de que todo saldrá como esperaban. Algunos aspectos (como citas con el doctor o hacer una visita social) se pueden manejar en términos semanales, y sólo las vacaciones se pueden preveer de 1 a 3 veces al año (si se tiene suerte). Pero no más. Y entonces me doy cuenta. Claro, así es. Estar en casa es tan impredecible como la vida misma. Esto no es una revista.

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1 comentario:

sandra dijo...

Ah mis queridas compañeras y amigas!!! Aunque como bien dices Dada "la vida no es una revista" las quiero y admiro por la entrega con la que hacen todo. Bss