Mente de principiante



La primera vez que preparé un arroz no tenía idea cómo hacerlo. Pregunté, me dí a la tarea, cuidé los detalles y obtuve un resultado aceptable. Mis intentos subsecuentes han sido todos y cada uno de ellos un desastre. Le he dado vueltas al asunto y después de repasar medidas, condiciones y características de los recipientes, he llegado a la conclusión que mi problema fue mi actitud, creer que ya sabía. Estar convencida de que era muy sencillo y que ya dominaba el procedimiento y ¿saben qué? Ni la abuelita más experimentada, ni el mejor cheff del mundo puede darse el lujo de esa postura porque la cocina (como la vida) es tan caprichosa que siempre da sorpresas.
Ayer me presentaron este concepto, que en el Budismo Zen se llama Shoshin. Se refiere al ideal de mantener siempre la emoción por el inicio de algo, e implica sinceridad, modestia, humildad, franqueza, paciencia y sacrificio. Lograr y mantener esta disposición es muy difícil, pero a cambio se pueden obtener tantas posibilidades como las que ofrecería el viaje en el tiempo, pues para quien lo practica, cada oportunidad representa un nuevo comienzo.
Así que ahora tengo ganas de imprimir la representación caligráfica de esta idea para tenerla en mi mesa de noche, y verla al despertar y antes de dormir para nunca olvidarla, para iniciar cada actividad y todo nuevo día con la actitud de un niño que está descubriendo el mundo. No está demás para cualquiera, pero para mí que soy una impaciente por naturaleza, me parece casi tan necesaria como si fuera una prescripción médica.



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1 comentario:

Jess dijo...

hermosa lección! Pienso unirme a tu intención, que aunque no pintaré nada en mi buró, espero subas la imagen o mandes el link para imprimirla y verla todos los días ;)