¡Primero de diciembre!


¿A dónde se fue el año? Parece que fue ayer cuando, en febrero, dejé de trabajar en una oficina. El 2009 pintaba eterno, teniendo que estar en casa con un día igual al anterior tras otro. Sin cierres editoriales cada 3 semanas, sin tener que elaborar presupuestos, sin perseguir colaboradores... es decir, sin seguir la rutina que estaba acostumbrada a llevar a cabo todos los años. Y resulta que precisamente por eso, los días se esfumaron más rápido que nunca. Quizás todo es una ilusión, porque es bien sabido que para cualquiera el tiempo se va cada vez con más velocidad. Sin embargo sí creo que el hecho de tener que reinventar la cotidianeidad, de inventarme nuevas rutinas, de aprender nuevas labores, de tener distintos retos, resultó en semanas y meses que desaparecieron de manera aún más sutil. Está bien, pues... ya que el paso del tiempo me ha tomado por sorpresa, no me queda más que aceptarlo...que empiece la cuenta regresiva para el 2010.

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