Lo quiero, ¡lo necesito!


Que tire la primera piedra la que NUNCA se haya sentido tentado a comprar al menos uno de los productos que venden los infomerciales. Sus productos son muy originales; los mensajes que utilizan son tan insistentes, largos y repetitivos, que siempre acaban convenciendo a miles de personas. Entonces, ¿por qué sentirse avergonzada por ser una de muchas que han quedado hiponotizada frente a los comerciales de telemercadeo? Ahora, debo aclarar que si bien he sentido el impulso de querer adquirirlos, al final nunca lo he hecho. Cuando más cerca estuve de tomar el teléfono y marcar, fue al ver unas tapas que supuestamente se ajustan a cualquier recipiente, cerrándolos al vacío y manteniendo el contenido en buen estado por más tiempo.
Independientemente de la naturaleza del producto que haya llamado nuestra atención (los hay para la casa, para el arreglo personal, para hacer ejercicio, etc.), éste es un ejemplo perfecto de la "irresistible" promesa de este tipo de articulos: hacer tu vida "mejor", más ordenada, de manera sencilla y rápida. Entonces, ¿por qué no compré las tapas? Bueno, pues me puse a buscar información acerca de ellas, de cómo funcionaban realmente y si eran efectivas. Encontré un video en el que se "demostraba" que no servían. Quizás se trataba de una campaña de desprestigio, pero decidí no arriesgarme. Al final, es muy probable que sí devuelvan lo que se pagó, pero la desidia ante un trámite más en la vida puede ganar fácilmente y terminaría siendo dinero tirado a la basura. ¿Y saben qué? Vivo sin esas tapas y no me han hecho falta para nada. Más allá de la forma en que una propaganda llegue a nosotras, creo que el procedimiento antes mencionado es una forma inteligente de consumo. No comprar por impulso, investigar y comparar precios, pero sobre todo, analizar la necesidad real. Me parece una reflexión útil para esta época navideña. ¡Felices compras!

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