¿La Navidad llega a esta casa?



Ayer estuve en una casa en la que, literalmente, parece que explotó la Navidad. Sólo en el baño de visitas había QUINCE objetos alusivos a la época, incluído un aparato que cantaba mientras uno estuviera sentado en el retrete. Lo más extraño del asunto (sí, aún más extraño que esa máquina de tormento auditivo y psicológico) es que dicha residencia está en Cuernavaca. Entonces, mientras el sol brillaba afuera sobre el agua de la alberca, adentro resplandecían miles de luces artificiales. Aquí en la ciudad, mientras veo cada vez más decoraciones navideñas a través de las ventanas de los hogares ajenos, en la sala de mi casa bien podría ser abril o junio. Todavía estoy debatiéndome entre poner un árbol o no hacerlo. Todo el mundo argumentaría que con un niño de dos años, la tradición se impone. Sin embargo, tengo fuertes razones para dudar de la idea.
En primer lugar, no tengo espacio para un árbol de tamaño "normal". Entre el creciente número de objetos de mi pequeño y la adquisición de nuevos muebles para la casa, estamos más apretados que nunca. Eso me deja con la opción de un mini árbol, lo cual ya apliqué las últimas dos Navidades. Lo anterior no representaría demasiado problema si no fuera porque quiero que sea natural. No soporto los árboles artificiales.
En la víspera del nacimiento de mi hijo (la fecha tentativa de parto era el 24 de diciembre, pero por suerte se adelantó una semana), me encapriché con un divino arbolito hecho de ramas frescas. Era toda una obra de arte (y así me costó), y a la madrugada siguiente nos fuimos al hospital, regresando tres días después a encontrar un departamento que de verdad olía a Navidad y un arbolito completamente seco. El aroma de pino inunando el espacio que recibió a mi bebé justificó todo costo que se hubiera sentido excesivo, pero el arbolito lució bien sólo 4 días, 3 de los cuales no estuvimos para verlo.
El año pasado me llegó de regalo a la oficina un pinito en su maceta. Me pareció ideal para mi limitado espacio, y pensé que duraría mucho más que mi extravagancia del año anterior. Me equivocaba. La pobre plantita murió a menos de una semana de traerla a la casa, supongo que ya venían secas de origen.
Por todo lo anterior, este año no sé qué hacer. En verdad no quiero parecer apática, pero no hay ni dónde ponerlo, y por ningún motivo usaré un árbol artificial. No creo que esto marque de por vida a mi niño, que gozará de grandes árboles en casa de sus abuelos. Estoy pensando en hacer una instalación de luces en forma de árbol colgada en una pared... no lo sé todavía. Cualquier sugerencia será bien recibida.

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