Cocinar es una gran terapia


He descubierto que algunas labores propias del hogar son muy terapéuticas. Picar verduras o planchar ropa me resultan actividades relajantes e introspectivas (claro, mientras no las tenga que hacer con prisa). Como plus hay un resultado tangente y gratificante (sobretodo en el caso de la cocina). Sin embargo, cuando se vuelve obligación, puede ser bastante desgastante. Recuerdo a mi madre lamentándose del hecho de TENER que pensar diario en qué hacer de comer, y me parece que es una queja común de muchas amas de casa... Con todo lo que hay que hacer de manera rutinaria, rara vez queda espacio para la creatividad. Además se agrega el factor hijos-quejándose-de-que-no-les-gusta-esto-o-el-otro. O que no quieren verduras. O que de plano no quieren comer. Yo todavía no tengo ese problema. Mi niño todavía se alimenta de cosas muy sencillas, y yo, en un espíritu práctico, como lo mismo que él, sólo un poco más condimentado o con picante. Es una buena opción porque además son platillos muy adecuados para mi dieta, pero ayer estaba un poco aburrida y me puse a buscar una opción para preparar algo distinto. Preparé esta receta y quedó buenísima. Algo diferente, rico y sin perder de vista lo light. Lo mejor es que fue sólo una probadita de todo lo que puedo encontrar en línea... Así que seguiré experimentando.

Read Comments

1 comentario:

Jess dijo...

¡Se ve deli la receta! y aunque sea fanática de las revistas de cocina (bueno, de todas) y de la buena comida, aún así ni puedo convencerme de preparar algo yo... Me pregunto ¿es algo que también viene con el instinto materno?