Accesorofilia


Algo así se llamaría el amor hacia los accesorios de cocina. Hace tiempo que tengo un affaire con ellos. Estoy perdidamente enamorada de su estética, de su funcionalidad, de cómo hacen la ya gratificante tarea de cocinar aún más agradable. Desde que acompañaba a mi madre a comprarlos, recuerdo pasar mucho tiempo admirando esos cachivaches, sin saber bien a bien para qué servía cada cosa, pero estando segura que quería uno de cada uno en mi cocina algún día. Cuando empecé a vivir sola, lo primero que compré para mi "departamento de soltera" no fueron floreros, ni velas, ni cualquier otro objeto decorativo, sino unas lindas y prácticas tijeras que hasta la fecha están en el cajón que queda al lado de la estufa. Mi padre me dijo "Qué bien, ya tienes el aire para tus llantas". Recuerdo que ante su puntual comentario acepté lo absurdo de mi compra; pero hoy, 7 años después, esa herramienta sigue siendo utilísima en mi hogar. Ahora traigo una fijación con los contenedores de comida (mejor conocidos como tuppers) herméticos. Además de conservar muy bien los alimentos, hacen más fácil acomodar todo en el refrigerador y los hay para cualquier tipo de contenido. Lo malo es que al sacar la comida de su empaque, la fecha de caducidad se queda en el plástico, por lo que me encantaría encontrar etiquetas para escribirla en cada recipiente. Otro utensilio que me encanta son los clips para cerar bolsas, que además son magnéticos y se pueden tener a la mano pegados al refri. O la cuchara parisien que sirve para sacar perlas de fruta . Este último me resulta de lo más práctico y glamoroso: yo lo uso para preparar el melón, en lugar de cortar cubitos y tener que pelearme con su dura cáscara. Podría seguir con mi lista, pero no lo haré para que no me tachen de rara (más de lo que ya deben haber pensado que soy). Que quede hasta aquí mi homenaje a estos preciosos artefactos.

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1 comentario:

Sofía dijo...

Al fin comprendí para q se usa la cuchara parisien q tanto veía en la cocina d mi casa materna...