Y el ejercicio, ¿a qué hora?

Etiquetas: dieta, ejercicio, en casa | en viernes, julio 31, 2009
Etiquetas: de todo un poco, dieta | en miércoles, julio 29, 2009
Ayer me tocó ir a la nutrióloga. Es increíble que haya durado más de 30 días a dieta (con algunas pequeñas licencias, claro está). No fue el martirio espantoso que recordaba de otras ocasiones en las que me había puesto a seguir un régimen alimenticio. Al final sí me estaba aburriendo un poco de comer "lo que debía" y no lo que se me antojaba, pero ayer todos mis esfuerzos se vieron recompensados por el numerito que marcó la báscula y tomé nuevos bríos para la última fase. Un mes más y me pondrán "en mantenimiento". Suena a algo que le harían a un automóvil, pero es una guía para alimentarse de manera balanceada y no volver a subir de peso al momento de dejar el tratamiento. Creo que ese es precisamente el mayor reto de este asunto, encontrar DIARIAMENTE y para siempre, la manera de balancear mi alimentación. Lo bueno es que ayer la doctora me dio una lista de equivalentes, de manera que, no importa si en algún momento quiero o (por falta de opciones) tengo que comer algo que no es lo más nutritivo, puedo sustituirlo por otros alimentos de mi dieta diaria y de esa manera no altero mi ingesta de calorías. Suena al purgatorio en vida, ¿no? Tener que estar pensando PARA SIEMPRE qué estoy comiendo. Y sin embargo, conozco mucha gente que lo hace desde hace mucho tiempo y no lo sufren, es ya algo automático. Además no es sólo cuestión de estética sino también de salud, y... ¡siempre están los fines de semana para relajarse! La idea es nada más no seguir jugando radicalmente al sube y baja con la balanza. Aquí voy otra vez.
Etiquetas: de todo un poco, estrictamente femenino, maternidad y trabajo | en domingo, julio 26, 2009
Antes de ser madre aseguraba que, cuando tuviera hijos, estaría con ellos todo el día hasta que se fueran a la escuela, que NUNCA los dejaría a que los cuidara alguien más.
Nunca digas nunca.
Cuando mi bebé nació me sentía muy contenta en mi trabajo, por lo cual no hubo duda alguna de que lo que procedía era encontrar una buena guardería cerca de la oficina. Fue duro al principio, pero el poder ir a estar con él en mi hora de lactancia y al darme cuenta que mi crío estaba perfectamente bien ahí, se acabaron los sentimientos de culpa.
Y cuando ya estaba muy hecha a la idea de que mi retoño frecuentaría un centro de desarrollo infantil en mis horas laborales hasta por lo menos los 4 años, la vida me cambió... y ahora hace ya unos meses que estoy 24/7 con mi niño. Se me cumplió el sueño de cualquier mamá (sobretodo de las que no trabajan), pero creo que otra vez ha llegado el momento de buscarle un lugar en donde pueda convivir con otras criaturitas unas horas por las mañanas para que su madre pueda trabajar en casa sin interrupciones.
Desgraciadamente las guarderías están muy satanizadas, pero la verdad es que son lugares ideales para que los chiquillos hagan sus pininos en "sociedad". Ahí aprenden (mucho mejor que en casa) horarios, disciplinas y a relacionarse con otros pequeños humanos. Además gozan de actividades estructuradas y de estimulación en varios campos y pensadas especialmente para su edad. En la que estaba mi niño era una maravilla... desafortunadamente ya no me queda ni remotamente cerca, por lo cual empieza el scouting otra vez pues eso sí, encontrar la más adecuada es muy importante. ¡Deséenme suerte!
Etiquetas: cosas que no entiendo, de todo un poco, estrictamente femenino | en viernes, julio 24, 2009
Etiquetas: batallas domésticas, cosas que no entiendo, de todo un poco, estrictamente femenino | en martes, julio 21, 2009
Desde que salimos de la universidad y empezamos a trabajar, mis amigas y yo, de guasa, hemos comentado en alguna ocasión que para qué se inventó el feminismo, que sólo agregó trabajo y culpas a nuestra ya de por sí "complicada-por-naturaleza" existencia. Que todo era más fácil antes y que qué lindo ocuparse solamente de cocinar, cuidar bebitos, vernos bonitas y tener nuestra vivienda reluciente y llena de flores. Y que el marido nos dé ($$$) para que todo eso sea fácil. Antes de que nos acusen de "Susanitas", he de decir que sé bien que no somos las únicas mujeres modernas a las que les ha pasado por la cabeza que haber nacido en otra época hubiera sido más sencillo, pues me ha llegado más de un mail haciendo un chiste acerca de ello. Bueno, pues resulta que existe quien ha llevado más allá "la broma": navegando en Internet me encontré con este fenómeno. Se llaman Time Warp Wives y se trata de un movimiento de amas de casa (y sus maridos) que defienden la (muy) antigüa estructura familiar. Así, ellos asumen al 100% el rol de hombres protectores-proveedores, y ellas el de organizadoras del hogar y responsables de la crianza y educación de los niños en el mismo porcentaje. Estas parejas inclusive decoraron sus residencias al estilo americano de hace más de 50 años, para de esta manera hacerle un homenaje completo a la vida familiar que imperaba en las primeras décadas del siglo XX. Por inquietante y retrógrado que parezca, estas personas tienen un punto. Las dinámicas de pareja se han vuelto terriblemente complicadas, y por supuesto que antes todo era más sencillo: con roles bien determinados y mucha abnegación de ambas partes. Nos hemos perdido tratando de adaptarnos a los cambios naturales del mundo pero, al menos a mi parecer, esto no justifica que una mujer no sea capaz ni de cargar gasolina en su auto porque eso no es femenino (y así lo plantea dicha corriente). Qué postura tan inocente el querer regresar el tiempo y vivir en una burbuja cuando el mundo exterior ya no es aquel por el que suspiramos. Qué absurdo el esperar que una sola parte de la pareja cargue con un tipo de carga (sea económica o del hogar). Qué denigrante que una responsabilidad de tu existencia como mujer sea lucir espectacular en todo momento. De cualquier forma y como toda ocurrencia extravagante, divierte muchísimo y tiene una estética digna de pasar un rato revisando su sitio.
Etiquetas: cosas que no entiendo, de todo un poco, en casa | en lunes, julio 20, 2009
Le rinde más el tiempo y le va mejor en la vida. Podría sonar a contradicción, pues el sueño se asocia con los grandes placeres de la vida, pero es cierto: la gente que se levanta cuando sale el sol tiene una vida más plena. ¿Por qué? La respuesta es simple: porque dichas personas (dentro de las cuales todavía no me incluyo) completan más proyectos personales, andan con menos prisas y stress y, aunque no lo crean, descansan más y mejor durmiendo menos horas. Salir de la cama al amanecer es toda una estrategia de éxito.
Hace varios días que intento aplicarla a mi vida. Confieso con pesar que no lo he logrado y me parece básico para mi "nuevo" esquema de vida que incluye el ser mamá-freelancera-jefa de hogar. Nunca he sido de quedarme acostada hasta tarde, pero tampoco suelo dejar el lecho demasiado temprano si no tengo que ir a algún lado a primera hora. El problema es que, como "no tengo prisa", el sueño empieza a comerse mi día, despierta mi hijo, tardo más en completar mis entregas y en hacer las labores de la casa, cuando salgo me toca más tráfico, más gente por todos lados, y al final del día estoy más cansada. Espero que mañana sea el día, que a las 6,30 am que suene mi despertador, logre saltar directo a la regadera.
Etiquetas: dieta, estrictamente femenino, lo que disfruto | en viernes, julio 17, 2009
Cuando alguien te dice que ya te ves más delgada. Que tus sacrificios y esfuerzos se están viendo recompensados en tu linda figurita, la cual últimamente había lucido un poco rolliza. Estos últimos días me lo han comentado, y estoy feliz. Y es que cuando subo de peso, al principio siempre hago como que no pasa nada. De alguna manera mi cabeza me hace pensar que la báscula se desajustó y que no es gran cosa. Porque claro, igual uno o dos kilos no se notan, ¿pero qué tal cuando se vuelven tres o cuatro y nos llevan a considerar cambiar de talla? Peor todavía cuando dejamos que ese estado "temporal" se convierta en el estado natural de nuestro cuerpo. No sé cómo lo vivan otras personas, pero como yo siempre he fluctuado muchísimo entre pesos, cada que logro estar delgada lo vivo como un gran triunfo. Ojalá esta vez ya logre quedarme en un peso aceptable y aprenda a no irme a los extremos. Por lo pronto estoy feliz y no sólo porque se me nota y lo compruebo en mi ropa, sino también porque me siento mejor, con mucha más energía. Ya sólo falta una semana para volver a ir con la nutrióloga...
Etiquetas: cosas que no entiendo, de todo un poco, en casa | en sábado, julio 11, 2009
La difunta reina del Tex Mex, Selena, tenía una canción que se llamaba así. Hablaba de los "souvenirs" que le había dejado una relación amorosa fallida. Independientemente de la referencia musical, lo que es innegable es que las fotografías tienen una carga sentimental bárbara. Alguna vez alguien me dijo que no importa en dónde vivas, que tu casa es en donde estén las fotografías de toda tu vida. Me pareció una aseveración reveladoramente veradera. Lo que no me explico es por qué, si realmente son tan importantes para nosotros:
1) Desde que se inventó la cámara digital, nunca las imprimimos y
2) De toda la vida, es rara la persona que se da el tiempo de acomodarlas en álbums.
Ok, yo sé que hay muchas mujeres que inclusive hacen scrapbooks (práctica que me parece fascinante y absolutamente inadecuada para mi forma de ser), pero la mayoría de la gente tiene sus fotos en cajas. En mi caso, si he llegado a imprimir las más de MIL ( sin exagaración) fotografías de mi hijo (primer nieto de las dos familias), es gracias a que estos ejemplares enmarcados han resultado los mejores regalos para sus abuelos. No obstante las imágenes de muchos viajes, cumpleaños y demás eventos de los últimos cinco años siguen existiendo solamente en el disco duro de mi computadora. Me aterra pensar que un día desaparezcan sin dejar rastro, así que me tengo que apurar a imprimirlas (por lo menos las más importantes). Creo firmemente que no hay mejor herencia sentimental que una buena cantidad de evidencias visuales de lo que fue nuestra vida. Así que a trabajar en el mini legado...
Etiquetas: confesión, dieta, injusticias de la vida | en sábado, julio 11, 2009
Llevaba dos semanas de dieta perfecta, ni un pequeño permisito... me sentía muy bien, tanto que decidí que este fin de semana merecía una pequeña concesión. Y lo hice. Me comí (casi completo) un pastel soufflé de chocolate (muy parecido al de la foto)... ¡Uff, qué cosa más buena! Valió la pena, escogí muy bien con qué pecar (bueno, además de que tengo la teoría de que cuando uno se abstiene de los postres un tiempo, después saben mucho mejor), ¡pero ahora me siento muy culpable! ¿Por qué, por qué, por qué es tan difícil hacer dieta? La línea entre cuidarse y obsesionarse con lo que uno come es muy muy delgada, y por lo tanto resulta complejo mantenerse dentro de los estándares de la normalidad. Yo atribuyo a eso que muchas prefiramos traer un par de kilos demás que estar contando eternamente calorías. Siempre he dicho que estar a régimen es más complicado aún que dejar de fumar (cosa que hice hace más de dos años y sin sufrimiento alguno). Porque fumar no HAY QUE hacerlo. Comer sí. Además hay comida POR TODAS PARTES. Y cuando uno come, pues se le antojan las cosas ricas, no lo light, bajo en calorías, o integral. Aunque he de reconocer que después de un tiempo de comer "bien", uno sí se acostumbra a las opciones saludables. Sin embargo, los antojos son inclementes. Claro, ya sé: el ejercicio es la clave. Cuando uno lo hace, no hay necesidad de cuidar lo que se ingiere. Lamentablemente en este momento de mi vida, fuera de unas caminatas fungiendo como motor de una carriola, no tengo mucha oportunidad de realizarlo. Así que seguiré llevando cuenta de las calorías... y me olvidaré de los pasteles por al menos dos semanas más. Espero que mi pecadillo no tenga repercusiones en la báscula...
Etiquetas: cosas que no entiendo, de todo un poco, estrictamente femenino | en sábado, julio 11, 2009
Acabo de leer una nota en el periódico que asegura que las mujeres pasamos aproximadamente un año de nuestras vidas decidiendo qué ropa usar. No lo dudo ni un segundo. En mi caso seguramente serían dos. No es que todos los días me atormente tratando de encontrar la combinación perfecta, pero lo que sí tengo detectado es que, si llego a cambiar de opinión aunque sea de solamente una de las prendas que llevo puesta, el caos se hace inminente. Si no me siento a gusto con lo primero que elegí, es muy probable que pase más de media hora buscando, y aún así no logre encontrar ropa que me haga sentir cómoda ese día. Hay mujeres que eligen una noche antes su atuendo del día siguiente, yo no entiendo cómo lo hacen. ¿Cómo saber si hará frío, calor, si amanecerá lloviendo, qué humor tendrán, en qué tonos se les antojará vestirse? Eso sí, cuando nada más resulta, la ropa negra siempre es la respuesta. Sea blusa negra y jeans, o pantalón negro+ cualquier top, o vestirse toda de negro, recurrir al color del luto siempre es una solución aceptable.
Las veces que he intentado hacerme asidua al gimnasio (ja), uno de mis mayores problemas ha sido el tener que decidir ropa llevar en la maleta. Me siento limitada, pues necesito todo mi guardarropa frente a mí para poder decidir qué usaré durante el día. Por eso también cuando viajo llevo demasiada ropa. Prefiero asegurar suficientes combinaciones a tener que usar un atuendo que siento que no me va.
Ahora estoy entre tallas, entonces mi "ropa de gorda" me queda grande y la "de flaca" todavía no me queda bien. Entonces me encuentro en el peor de los escenarios en este tema. Ni modo, seré una fachosa hasta que merezca comprar más ropa...
Etiquetas: batallas domésticas, confesión, en casa | en viernes, julio 10, 2009
Todos tenemos pequeñas obsesiones, acciones absurdas que repetimos de manera cotidiana y continua. Morderese las uñas, jalarse un mechón de cabello, revisar los cubiertos en la mesa de un restaurante... Pero, ¿qué pasa cuando transportamos esas manías al ámbito casero? Se vuelven una pesadilla, un monstruo que nos aterroriza de manera constante. Detallitos que, de no ser resueltos, no nos dejan tranquilos. Yo tengo dos muy identificadas, y las dos tienen que ver con la cama. Uno: no soporto que esté destendida. Dos: no puedo ver ropa tirada encima de ella. Y no es que yo sea la más ordenada, ni mucho menos, pero de alguna manera me parece que entrar a una recámara y ver la cama hecha y despejada, es cumplir con un requisito mínimo del quehacer hogareño. Estoy consciente de que es una costumbre que me dejó arraigadísima mi madre, la cual no nos dejaba salir de la casa el fin de semana sin antes hacer nuestras camas. Me encantaría que no me molestara, que las sábanas revueltas sobre el colchón combinaran con los juguetes de mi hijo regados en el piso. Simplemente no puedo, en cuanto salgo de bañarme procedo a tender la cama invariablemente. Inclusive puedo dejar la tarja llena de trastes sin lavar, pero salir sin tender la cama, imposible. Supongo que por eso es una manía y que todos tenemos las nuestras. ¿O seré sólo yo?
Etiquetas: de todo un poco, estrictamente femenino, moda | en miércoles, julio 08, 2009
Y te diré qué estilo de vida tienes. Elegimos una bolsa por gusto, pero también de acuerdo a nuestras necesidades. Siempre me ha gustado usar grandes bolsos. Me encanta poder llevar ahí todo lo que necesito sin limitaciones de espacio, y lucen muchísimo (y para muestra, vean este de Marc Jacobs). Mi sueño es algún día tener una Birkin, de Hermés (porque al final de cuentas, soñar no cuesta nada). Lamentablemente, en este momento uno de mis accesorios favoritos ha sido sustituido con la pañalera de mi hijo, porque prácticamente a donde voy, él va conmigo. El problema es cuando llego a dejarlo en algún lado: me quedo sin bolsa. Eso me pasa por falta de costumbre y porque andar una carga extra large cuando ya de por si llevo una maletota, es un poco complicado. Traer la cartera en la mano no es buena opción, luego la voy dejando por ahí... Por eso he decidido empezar a usar de estas bolsas cruzadas u over-the-shoulder bags que no estorban y en la que cabe lo más necesario. Un bolso con pulsera o wristlets también es buena opción, pues aunque la suelte no la perdería... Las clutches de plano eliminadas de mis opciones, es prácticamente lo mismo que traer la cartera suelta.
Una tipo backpack también sería solución, pero esas de plano no me gustan, me siento como en flashback a la primaria...
Hombres: ¿ahora entienden por qué necesitamos tantas?
Etiquetas: cosas que no entiendo, injusticias de la vida | en lunes, julio 06, 2009
Etiquetas: de todo un poco, dieta, gracioso, sueños | en viernes, julio 03, 2009
Una vez empecé una dieta con una amiga del trabajo. Habíamos estado sufriendo un poco esa nueva disciplina de cuidar lo que comíamos, pero lo estábamos haciendo bien. Un día llegó mi compañera y me dijo: "Necesito romper el tratamiento, ayer tuve el sueño más terrorífico de mi vida". Yo no entendía a qué se refería. Sabía que comer demasiado antes de dormir provoca una digestión lenta que tiene como resultado tener pesadillas. Pero, ¿tenerlas por no comer? Fue entonces que me contó su sueño. Era una escena que se repetía sin parar, ella mordiendo una quesadilla gigante. Lo curioso es de dónde sacó su subconsciente esa imagen. Como laborábamos en una editorial, había portadas de algunas de las publicaciones impresas en grande, a 2 metros de altura. Y justo frente a nosotras estaba la de una revista de cocina, presentando, por supuesto, unas deliciosas (al menos en apariencia) quesadillas fritas, que por su tamaño y ubicación se metieron fácilmente y de manera subliminal en la cabeza de esta chica como una figuración onírica aterradora.
Yo nunca he tenido un sueño tan gracioso a causa de un régimen alimenticio, aunque sí me pasó una vez que hacía una dieta hiperprotéica que soñé que comía pasteles y galletas, ante la ansiedad por el azúcar.
Esta vez creo que voy muy bien, ya llevo casi una semana siguiendo el plan al pie de la letra y no resiento las limitaciones a la hora de comer. Más bien me he dado cuenta que lo que tengo que reprimir es el impulso de andar "picando" todo lo que se me pone enfrete (y la colación de nueces ayuda).Sigo reportando...
Etiquetas: confesión, dieta, estrictamente femenino, injusticias de la vida | en miércoles, julio 01, 2009
Si hay algo que me anima a no romper la dieta, es pensar en los jeans "de flaca" que me esperan en el fondo del clóset. No sólo poder lucir ESOS, sino también otros pantalones y blusas sin que se me salga la llantita por aquí y por allá, es mi meta. Yo creo que todas tenemos dividido nuestro ajuar en "ropa de gorda" y "ropa de flaca". Alguna vez estando en mi peso ideal, y harta de jugar al sube y baja con la báscula, regalé todas las prendas grandes jurando nunca volver a subir de peso.
JA.
Resultó muy mala idea, pues por supuesto que volví a engordar y no hay nada más deprimente que ir de compras porque con la ropa que tienes ya no te sientes cómoda. Además adquirir vestimenta que sabemos no corresponde a nuestra talla idónea, se siente como una humillación pero también como un desperdicio de dinero, pues la idea es dejar de usarla pronto (al menos en teoría)... El caso es que yo ya llevo un par de años usando sólo "ropa de gorda". Apenas había logrado bajar varios (ocho) kilos y empezaba a resurtir mi guardarropa cuando me enteré que iba a ser mamá. Entonces llegó a mi vida la estigmatizada ropa de embarazo (que la verdad no es tan mala, yo creo que sólo hay que usar la imaginación). Cuando por fin pasaron los nueve meses y dejé atrás 15 de los 20 kilos que subí, regresé a mis trapos de talla grande y ahora, año y medio después de haber dado a luz, ya me cansé de ellos.
Espero redescubrir muchos atuendos con los que me sentía cómoda, y es que a veces pasa tanto tiempo para volver a usarlos que hasta se nos olvida que estaban ahí. Pero de esos jeans, no me olvido... ¡son mi motivación!