Día de junta (o mujer al borde de un ataque de nervios)


Esta no soy yo, pero hagan de cuenta que sí. Ahí les va la historia. El hecho de que trabaje en casa no quiere decir que no deba ir de vez en cuando a una reunión con la gente con la que colaboro. Es entonces cuando las cosas pueden saliir mal. Cita es a las 10 am. Parto de casa poco antes de las 8 (lo cual quiere decir que me levanté a las 6 para bañarme, arreglarme, preparar pañalera, etc.) para ir a dejar a mi bebé con mi suegra y volver a tomar camino. Pero, ¡oh perseguidora Ley de Murphy! ¿Qué hice yo para merecer tu castigo? A pesar de que según yo calculé el tiempo suficiente como para darle esa tremenda vuelta a la ciudad, inclusive 10 minutos más para pasar por gasolina, el tráfico estaba inusualmente pesado y, para colmo de males, al querer abandonar la gasolinería ¡mi coche ya no quiso prender! Era la batería, y aunque me ayudaron a resolverlo relativamente rápido, el percance sumado a lo lento de la circulación vehicular me implicó MEDIA HORA de retraso. Y yo, llame y llame para ver si ya habían empezado, si veían caso en que todavía llegara, si no había perdido sentido toda mi proeza de la mañana. Estando a unas 6 cuadras de las oficinas a las que me dirigía, vi un espacio para estacionarme en la calle y, no queriendo arriesgarme a perder otros 15 minutos en llegar a la ubicación exacta y empezar a buscar lugar, dejé ahí mi coche y me bajé corriendo (qué bueno que no uso tacones). Llegué JUSTO cuando iban a empezar. Quizás les parezca una exageración, pero hay pocas cosas que me ponen tan mal como llegar tarde a algo importante, y siendo la primera reunión para un proyecto, me tenía que pasar. Extraño la rutina, cuando sabía exactamente a qué hora salir y la guardería me quedaba a 5 minutos de la oficina. La logística freelancera me está pareciendo bastante complicada: rutas, lugares, precedimientos y horarios nuevos. Una vez más me consuelo pensando que, eventualmente, me acostumbraré también a esto.

Read Comments

No hay comentarios: